Estas investigaciones han aportado la evidencia de que la Dieta Escandinava, utilizada de forma frecuente hace varias décadas, ha de dejar de ser seguida por los deportistas que participan en el Ironman.
Esta dieta se basaba en un aporte muy reducido de carbohidratos los tres primeros días de la semana previa a la competición, acompañados de sesiones de entrenamiento prolongadas. Con ello se conseguía vaciar los depósitos de glucógeno muscular. Posteriormente los tres últimos días antes de la prueba, se reducía la carga de entrenamiento aumentando en gran medida la ingesta de carbohidratos. De esa forma se conseguían depósitos de glucógeno (la energía de mayor calidad) recargados al máximo.
Si bien este protocolo demostró su eficacia a la hora de rellenar energéticamente la musculatura, los problemas añadidos que puede ocasionar han ido dejándolo en desuso. A saber:
-Cambio en los hábitos nutricionales la semana de la competición.
-Incumplimiento del tapering (descenso de la carga) necesario para la puesta a punto del organismo.
-Utilización de las proteínas como fuente energética y la consiguiente destrucción de tejido muscular, con el perjuicio que ello conlleva.
-Sensaciones desagradables relacionadas con el descenso de glucógeno muscular.
Por todo ello, el protocolo que en la actualidad ha demostrado mejores efectos a todos los niveles es el mantenimiento de los hábitos nutricionales (alta ingesta de carbohidratos, moderada de proteínas y baja de grasas) durante los tres primeros días de la semana para aumentar ligeramente la cantidad de carbohidratos los últimos tres días antes de la competición. A ello se unen cargas bajas de entrenamiento para asegurar la regeneración y puesta a punto de todo el organismo antes del Gran Día.
Así pues, cuidar un detalle tan pequeño pero tan importante demuestra ser clave a la hora de afrontar el largo día que el Ironman guarda a todo el que quiere cruzar su meta.
Gráfico demostrativo del descenso del glucógeno muscular durante una sesión de entrenamiento. Se puede apreciar la importancia de recargar las reservas energéticas una vez finalizado el esfuerzo a través de una ingesta elevada de carbohidratos.