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1.9.09

La fuerza del Finisher.

En los inicios del entrenamiento la variedad en las cargas que se aplicaban sobre el deportista era prácticamente nula. Esto es, el individuo preparaba sus pruebas a base de repetir y repetir el mismo esfuerzo que debería desarrollar el día de la competición. Si el atleta era de 800, su entrenamiento se reducía a hacer sesiones con series de 800. Si era saltador debía intentar una y otra vez superar el listón como lo haría el día de la prueba principal. Si se trataba de un fondista, kilómetros y kilómetros al ritmo competitivo. En definitiva, el principio de variedad del entrenamiento todavía no había sido desarrollado.

Pero de aquellos inicios del deporte a la era actual los avances científicos y la experiencia en el mundo del rendimiento han comprobado que el organismo responde mejor con la diversidad de los estímulos. Esto es, que el atleta de 800 también debe hacer series más largas y más cortas así como afrontar intensidades mayores y menores de las que marcará el día de la competición. Añadido a todo ello, también hace falta un entrenamiento de fuerza que acompañe a las horas invertidas sobre las zapatillas.

Si bien hasta hace unas décadas las sesiones en el gimnasio eran pura y exclusivamente cuestión de halterófilos y lanzadores (peso, martillo, disco y jabalina), pasando posteriormente a ser también utilizadas por los velocistas, el incremento de la exigencia en los deportes de resistencia y la mejor utilización de las posibilidades que ese tipo de estímulo puede otorgar, han desembocado en la necesidad de incluir a la fuerza como una parte esencial dentro de la planificación del entrenamiento de cualquier triatleta.

Cada contracción del músculo para producir un movimiento desarrolla cierta cantidad de fuerza. Las fibras musculares, gracias a su capacidad contráctil generan la tensión suficiente como para producir cada brazada, pedalada o zancada. Por ello, si el entrenamiento de fuerza está bien diseñado, con su incremento ya se consiguen producir tensiones mayores y por lo tanto empujar más agua, mover más vatios o que cada paso te lleve algo más allá.

Por supuesto, el deportista se beneficia también de una mayor economía de movimientos gracias a que con el mismo esfuerzo de la musculatura se generan mayores velocidades. Esta variable es clave en competiciones como el Ironman, donde ser más eficiente durante las horas de competición supone llegar a meta en menor tiempo.

Pero además de los estudios científicos que demuestran este extremo hay que añadir más variables que se ven beneficiadas en el rendimiento gracias al entrenamiento de fuerza. Una de las más importantes es la posibilidad de compensar los distintos grupos musculares que intervienen durante el esfuerzo. Y es que, durante los más de 6000 metros en la piscina, 300 kilómetros sobre la bicicleta y 3h30’ de carrera a pie que de media recorre un triatleta amateur a la semana, los protagonistas principales a nivel muscular siempre son los mismos.

Gracias a las horas pasadas en el gimnasio, aquellos músculos que son requeridos en menor grado durante el esfuerzo diario, pero que son claves para conseguir un movimiento correcto evitando descompensaciones, son fortalecidos adecuadamente llegándose a un mayor equilibrio de las estructuras.

Unido a todo ello, articulaciones, tendones y ligamentos, partes esenciales en cada acción, también reciben los beneficios de un incremento de la fuerza en la musculatura, aumentando todavía más las posibilidades de alcanzar el equilibrio anteriormente citado.

Aunque, atención, porque incluir de forma adecuada las sesiones de fuerza en el puzzle del triatleta no es tarea baladí. Esto es debido a la gran cantidad de variables que se han de tener presentes. Únicamente citando algunas de ellas se puede comprender la complejidad del proceso: musculaturas implicadas, ejercicios más adecuados, pesos a movilizar, porcentajes en relación a la fuerza máxima, series, repeticiones, velocidades de ejecución, recuperaciones, sesiones en el gimnasio o incluidas en cada sector, fases en las que es adecuado trabajar la fuerza, transferencias, momentos del día más aconsejables desde el punto de vista fisiológico, sesiones de fuerza antes o después del entrenamiento específico de cada sector.

En conclusión, piezas que han de ser colocadas correctamente y con paciencia ya que el resultado final de su desarrollo es, sin lugar a duda un valor añadido a la fuerza que el potencial Finisher necesita el Gran Día. Y es bien sabido por todos que en el Ironman, cada pequeño detalle, se puede convertir en la clave que te lleve a un momento inolvidable: tu línea meta.



En torno a 650 músculos en el organismo humano. Entre otras funciones tienen la de generar movimiento.